Del paraíso a la diversión: Koh Chang

Koh Chang

No quería dejar Koh Kood, esa isla era de verdad la definición exacta de la palabra «paraíso». Pero si así de alucinada me había dejado mi primera isla en Tailandia, me preguntaba cómo serían el resto de islas.

Así que reservé el transporte de Koh Kood a Koh Chang  en mi Hostel Eve House. Koh Chang era una isla más conocida y cercana a Koh Kood. Me dijeron que sólo se podía ir en speed boat, 900 bath (uno 23 euros). ¡Toma! ¡900 bath! Se pasa bastante de mi presupuesto. Pero tenía metido en la cabeza que era el momento de conocer otra isla. Así que pagué rápido antes de poder pensármelo.

A la mañana siguiente me llevaron a la playa donde saldría el speed boat. Y es que hasta el diminuto puerto era paradisíaco. Para llegar al barco había que pasar por un puente larguísimo rodeado de aguas turquesas que ni la pasarela Cibeles oye. 

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Mi último vistazo a Koh Kood

Reservé una habitación individual en el hostel Sleepy Owl en Lonely beach, Koh Chang. Nada más entrar, olor irresistible a pizza. Oooohhh sí, lo que echo de menos una pizza. Hasta entonces no había dado con ninguna pizzeria, cosa que me extrañaba bastante ya que en España los hay por todos lados. La habitación era bastante mona, pelín antigua, el colchón se encontraba en una madera a pocos centímetros del suelo. Dejé mis cosas y corrí a por una pizza. No fue, ni de lejos, una de las mejores pizzas que haya comido, pero me sentó divino; jamón, champiñones y queso… ¡Q u e s o! ¿He dicho ya que tenía queso? Mmmmm… Queso… 

Y decido ir en busca de mi segunda cosa favorita después de una buena pizza (pase lo que pase, que nos pille «comíos» como decía mi abuelo): ¡¡La playa!! Así que allá voy con mi Google maps activado (sin él me pierdo, con él también, pero el porcentaje de posibilidades de llegar a destino aumenta considerablemente). Cómo no, yo y mi escaso sentido de la orientación íbamos en dirección contraria, pero no lo sabíamos. Iba andando sola por la carretera, bastante cerca de los coches, no había realmente espacio para los dos. ¡Y por fin me cruzo con 3 monos! Qué alegría, ¡monos!, ya era hora de verlos por Tailandia. ¡¡Yuhu!! Y el horror llegó, la pareja que iba delante mía se aleja espantada de ellos. No entendí nada, si eran monísimos (menudo juego de palabras, ¿eh?. Hoy estoy que me salgo) Por si acaso… casi que yo también me aparté. Les pregunté: ¿Qué pasa? ¿Es que son peligrosos? No hablaban mucho inglés, lo justo para decirme que eran agresivos y podían morder. ¿Cómo? ¿Perdona? ¡¡Me muero del terror!! Y yo andando sola por ahí. Continuamos a paso ligero tirando a rápido (que ríete tú de Usain Bolt). Me invitaron a la playa privada de su hotel «Mercury Koh Chang Hideaway». No quería seguir sola así que me fui con ellos. Cuando entré en su hotel me quedé alucinada, ¿éste es vuestro hotel? pregunté asombrada. Tenían hasta playa privada. Increíble suerte la de algunos.

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Hotel Mercury Koh Chang Hideaway
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Hotel Mercury Koh Chang Hideaway
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Playa del Hotel Mercury Koh Chang Hideaway
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Playa del Hotel Mercury Koh Chang Hideaway

Aunque no me pude relajar. No dejaba de pensar que tenía que volver sola al Hostel con esos terroríficos monos acechando. Supongo que no me quedaba otra. Así que me armé de valor y vuelta al Hostel. Traté de buscar un autobús, pero nada pasaba por allí. Y justo cuando llegué al lugar en el que anteriormente había visto a los monos, un chico en una moto se ofreció a llevarme. En otras circunstancias habría dicho un no rotundo (mujer precavida vale por dos), pero sinceramente, me daban más miedo los monos que aquel desconocido. Así que le dije que sí a Álex. Salvada por un motorista. ¡Wuhoo! Mil gracias Álex. 

Al día siguiente me dirijo, bien valiente yo, a la playa de Lonely beach. Muy «lonely», muy «lonely», lo que se dice «lonely»… pues no era, había bastante más gente que en las playas de mi adorado Koh Kood. Pero aún así, no diría que estuviera llenísima. Además si te apetece un poco de musiquita en la playa, siempre puedes ponerte cerca de alguno de los bares que hay allí. La playa ofrece otros servicios como alquiler de kayak o masajes. ¿Imagináis un masaje en pleno atardecer con el sonido de las olas del mar de fondo? Menudo gustazo.

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Amanecer en Lonely beach, Koh Chang
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Lonely beach, Koh Chang
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Bungalows en primera línea de playa de Lonely Beach, Koh Chang
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Tomar algo en Lonely Beach, Koh Chang
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Bungalows en plena playa de Lonely Beach, Koh Chang
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Cómo llegar a Lonely beach, Koh Chang

Aquel día utilicé la aplicación de Couchsurfing para conocer gente. No di con una ni con dos sino con cinco personas. ¡Qué suerte! Los primeros viajeros que conocí eran dos hermanos de vacaciones por Tailandia con los que compartí una cena buena, bonita y barata en el restaurante y hostel Thales. Recomendado a todo aquel que vaya con presupuesto de backpacker pobre como yo. Sevedk y su hermano eran adorables. Sevedk había viajado sola años antes, me contó que le fue facilísimo conocer gente nueva, en cambio ahora viajando con su hermano, la gente no se acercaba. Y me di cuenta que viajar sola es una de las mejores formas para conocer gente. Desgraciadamente los hermanos abandonaban Koh Chang al día siguiente para ir a Camboya. Así que nos despedimos tras la cena ya que volaban muy pronto por la mañana.

Yo, como no pierdo el tiempo, quedé más tarde con el resto de couchsurfers para tomar unas cervezas. Ellos eran Fabio, Marinka y Carlos. Todos viajábamos solos y nos habíamos conocido por la aplicación. Aquella noche cuatro completos desconocidos compartimos muchas risas y buen rollo. Comimos, bebimos, hablamos de nuestros viajes y jugamos al billar (donde por supuesto nosotras ganamos 😉

Por si fuera poco, de camino al hostel un francés me paró por la calle para preguntarme algo (no recuerdo el qué, típica pregunta-excusa para conocer gente). Eddy y yo nos caímos bien y nos dimos nos teléfonos para quedar al día siguiente. Why not?

Empieza un nuevo día en Koh Chang. Eddy y yo quedamos para ir a la playa de Klong Kloi Beach, situada al sur de la isla. Para llegar cogimos uno de los muchos taxis en forma de songthaew que pasaban por la carretera (fácilmente reconocibles porque pone TAXI bien grande en el lateral). La playa era larga, tranquila, bonita y con un rollo diferente. Tenían bungalows en primera línea de playa y había algo de gente pero para nada abarrotada, estuvimos muy a gusto. Dimos un paseo por la orilla de la playa, hablamos de nuestros trabajos y planes de futuro y nos bañamos en el mar. Eddy es de esas personas que sin conocerla de nada, sabes que podrías dejarle a tu perro si te vas de vacaciones, vamos, que era buena gente. Se marchaba a las 14:00 de vuelta a la dura realidad que era su trabajo en Francia.

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Yo en Klong Kloi Beach, Koh Chang
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Cómo llegar a Klong Kloi Beach, Koh Chang

Y yo, que como ya he mencionado anteriormente, no perdía el tiempo, decidí escribir a Fabio para que viniera ya que su hostel quedaba muy cerca. Fabio es italiano y es divertidísimo. Siempre tiene historias que contar y algún video que enseñar. Nada más llegar a la playa, ya tuvo un percance con los monos que intentaron abrirle la moto. Increíbles estos monos en serio.

Fabio y yo pasamos un resto de tarde genial, el tocaba el ukelele y yo jugaba con sus juggling balls, que para información de todos los malpensados, las juggling balls son unas pelotas para hacer malabarismos. El atardecer en aquella playa fue fantástico. El ambiente por la noche era sencillamente genial. Había mucha calma pero a la vez tenías lugares con muy buena pinta para cenar. Para aquel que quiera tranquilidad, es idóneo.

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Atardecer en Klong Kloi Beach, Koh Chang

Al día siguiente, Kamila, una chica que conocí el día que me iba de Koh Kood, también reservó en mi mismo hostel. ¡Toma! Más gente con la que salir. Kamila y yo quedamos con Fabio que a su vez trajo a Philippe, un alemán que había conocido en su hostel. Desde luego te das cuenta que durmiendo en un hostel es facilísimo conocer gente. Fuimos a una playa llamada White Sand beach al norte de la isla. Una playa muy larga y bastante bonita, eso sí, allí había más gente que en Lonely Beach. 

Kamila fue al cajero a sacar dinero y se volvió sin la tarjeta. Resulta que se olvidó coger su tarjeta y el cajero se la tragó. Cuando entró al banco a recuperarla, nos contó que allí tenían un montón de tarjetas de otros turistas. Todo se quedó en un susto pero ya sabéis, no olvidéis recoger vuestra tarjeta del cajero, parecerá obvio pero allí había más de un despistado…

El caso es que el día fue maravilloso, comida, helado, cervezas, palas y por supuesto juggling balls, mi nuevo pasatiempo favorito. Un día perfecto. 

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Philippe, Fabio, Kamila y yo en White Sand beach, Koh Chang
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Atardecer en White Sand beach, Koh Chang
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Gozando en White Sand beach, Koh Chang
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Cómo llegar a Whiste Sand Beach, Koh Chang

Llegó la hora de cenar y allí había un mercado dónde todos los puestos de comida tenían una pinta deliciosa. Aún me daba bastante respeto comer comida callejera, pero en este caso tenía demasiada buena pinta como para dejarlo pasar. Si pasáis por allí, es visita obligada. Muy buenos precios y todos disfrutamos con lo que comimos: pad thai, curry, pinchos morunos, sushi y lo mejor, el postre: ¡¡banana pancake!! ¡Oh my God! Pocas veces habré probado algo tan delicioso. Un día 10.

Los días pasaban en Koh Chang y las actividades continuaban. Al día siguiente tocaba: ¡kayak! No podíamos perder la ocasión de visitar las islas cercanas a Lonely Beach, además sería mi primera vez en kayak, qué ilusión. Kamila y yo conocimos a Ryan en nuestro hostel, un español de Palma de Mallorca que por supuesto se sumó a nuestra pequeña aventura. Ryan era lo más, muy loco, divertido y tenía experiencia con el kayak. El compañero perfecto. Cogimos un kayak para los tres y Fabio y Philippe cogieron otro.

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Kamila, Ryan y yo en el kayak
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Fabio y Philippe
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Lonely beach, Koh Chang

En mi último día en Koh Chang, Annina, la chica con la que compartimos un par de días en Koh Kood, también venía a la isla. Qué alegría da ir reencontrándose a gente con la que has coincidido anteriormente. Las chicas fuimos a pasar el día a Lonely beach, comimos en danza sea food bueno platos a muy buen precio. Tomé mi casi ya diario batido de banana, creo que me estoy haciendo adicta. Dormimos en la playa, leímos, marujeamos y vimos la puesta de sol. Otro día más en el paraíso.

 

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