De viajar sola a viajar en pareja

Viajar sola ha sido una de las experiencias más alucinantes de mi vida. Si hace unos años me hubieran dicho que terminaría yéndome sola a Tailandia jamás lo hubiera creído. Jamás hubiese pensado que con lo miedica que soy, terminaría cogiendo un avión tan lejos y y sola. Dejar el trabajo para ir a tirarte a una playa de Tailandia y hacer lo que te apetezca suena un poco… Emm… Cómo diría… ¿Inconsciente? No, eso no. ¿Inmaduro? No hombre eso tampoco. ¿Cojonudo? ¡Eso es! Esa es la palabra que buscaba, suena sencillamente cojonudo. Y será una utopia, y en algún momento tendré que salir de mi mundo de yupi y volver a la realidad. Pero hasta entonces… Que me quiten lo bailao amigos.  

¿Por dónde iba? Ah si, como decía, después de 3 semanas viajando sola toca… ¡Viajar en pareja! Y no, no es que me haya echado un novio (dios no lo quiera), es que se suma a la aventura mi amigo Xavi, o como yo le llamo, Xavi Independentista. Xavi y yo nos conocimos en Oxford 3 años atrás cuando trabajábamos de «au pair» que, por si alguien no lo sabe, es cuando te vas de niñera a otro país, vives con la familia, por lo general te pagan dos duros y te quedes con sus monstruitos a jornada completa. Pero ese es otro tema escabroso del que ya hablaremos en otro momento. 

El caso es que Xavi y yo congeniamos desde el primer momento. Somos y buscamos lo mismo: risas y libertad. Siempre hablábamos de hacernos algún viaje juntos. Pues bien, el momento ha llegado. Me quedan 24 horas para reencontrarme con la alegría personificada. Y la verdad es que me muero de ganas. Esto de viajar sola ha sido una experiencia única que seguro repetiré. Pero estoy cansada de que me timen y me tripliquen el precio. Eso, con otra persona, y más con alguien como Xavi, va a resultar divertido más que otra cosa.  

550 bath (14 euro) me costó ir desde mi hostel en Koh Chang a Bangkok. 5-6 horas en una furgoneta en la que casualmente mi parte del aire acondicionado estaba rota y no podía quitarlo aunque quisiera. Fantástico… Un viaje de lo más fresquito. El conductor dijo que me dejaría en «Victory Monument», pero una vez llegó al aeropuerto de Bangkok, me aconsejó coger el metro. No podía creer lo que me decía, habré entendido mal pensé, así que hice que me lo repitiera, otra chica tailandesa me tradujo, efectivamente quería que me bajase y cogiese el metro, tardaría unos 30 minutos en vez de una hora que quedaba con la furgoneta. Le contesté que él me había dicho que me llevaría a «Victory Monument»y ALLÍ es dónde me iba a bajar. De verdad esta gente… Después de 6 horas en bus me voy a bajar a coger el metro para llegar. ¡Sí hombre, como no pesa la mochila! Por media hora más y con lo que habíamos pagado qué menos que nos lleve a nuestro destino, ¿no? En fin. 

Había gastado mucho y quería encontrar un alojamiento asequible, busqué por internet y di con Mascot Hostel. Antes de reservar preferí verlo con mis propios ojos. Al llegar le pregunté a una mochilera que había en la puerta si el Hostel estaba bien. Me dijo que no estaba mal y que incluía el desayuno. Y decidí echarle un ojo. Era un lugar de lo más original y divertido. Con muñecos gigantes por los pasillos y todo tipo de colores que ríete tú de la casa de Mario y Alaska. Por supuesto me quedé, 200 bath (5 euros) la noche con el desayuno incluido. Toma ganga. Comparto dormitorio con siete chicas más. La sensación al entrar a la habitación es de alivio, tienen el aire acondicionado a tope y es maravilloso después del caloramen y ajetreo de Bangkok.

Una vez dentro, me encuentro con la chica que había conocido en la puerta, Anita, otra viajera en solitario. Nos sentamos en la misma cama y echamos un rato de conversación. Después del estrés del viaje sola, da gusto tener alguien con quien hablar. 

Me encontraba bastante cansada del viaje así que compré algo de comer en el maravilloso 7eleven, seguí trabajando en el blog y me fui a dormir que al día siguiente llegaba mi Xavi!! 

¡El gran día llegó! El desayuno incluía tostadas con mantequilla y mermelada, salchichas, café, y sandía. Nada mal la verdad. Me sentó de maravilla. Una vez el estómago lleno, toca coger mi primer sky train (metro aéreo) desde Victory Monument a la parada del aeropuerto Suvarnabhumi. Pagué 40 bath (1 euro) y tardé una media hora en llegar. El billete puedes comprarlo en taquilla o en las máquinas. Te dan una ficha, ¡ojo!, no la pierdas porque para salir del sky train la necesitarás. 

Al llegar al aeropuerto busqué en las pantallas el vuelo de Xavi, venía con retraso, bueno qué más da, deseando estaba de que llegase. Por fin recibí un mensaje suyo. Ya había aterrizado y sólo le quedaba recoger la maleta. Una hora más tarde, Xavi no aparecía, qué extraño, ¿habrá salido y no me habrá visto? Y recibí una llamada de un número desconocido. ¿Sí? pregunté. “Indira soy Xavi, no te lo vas a creer, me han perdido la maleta.» Me río por dentro, esto sólo le puede pasar a Xavi… Aún no había llegado y ya me estaba dando historias. Necesitaba que le diera la dirección del Hostel para que pudieran enviarle la maleta al día siguiente. 

Una vez solucionado el tema maleta, por fin me reencuentro con Xavi después de algo más de un año. «Apenas has aterrizado y ya estás dando problemas» bromee. Xavi no llevaba nada importante en la maleta así que nos reímos de lo ocurrido y decidimos dirigirnos al Hostel a dejar lo poco que tenía. Una vez en el Hostel, reservamos una habitación para los dos. Muy mona, ahora eso sí, la cama era…puro mármol. No era la primera vez que daba con este tipo de camas en Tailandia. ¿Se puede saber de dónde sacan esos colchones de la muerte y por qué? Más tarde alguien nos dijo que lo hacían para prevenir las «bed bugs», es decir la chinches. Aún así, no lo entiendo de verdad. Cualquiera descansa ahí. Si es más cómodo el suelo.

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Habitación doble Hotel Mascot – Bangkok

Y oficialmente dejo de viajar sola para viajar con el loco de Xavi. No sabemos por cuánto tiempo, pero lo que sí sabemos es que seguro será un viaje para recordar.

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Xavi no tenía ropa así que fuimos a renovarle el armario. Unos regateos después Xavi ya tenía atuendo tailandés. Estábamos en la zona de edificios altos, no podíamos perder la oportunidad de subir a alguno y ver las vistas desde arriba. 

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Más tarde fuimos a visitar Lumphini Park, un parque bastante grande en el que se podían ver dragones de komodo. Cogimos un bus público, concretamente el número 14. Allí no se le paga al conductor, sino que hay una segunda persona dentro del autobús que se dedica a cobrar a los pasajeros. El trayecto en autobús público nos costó 20 bath (50 céntimos).

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Y llegamos a Lumphini Park, la de gente que había allí corriendo no era normal, es tanta que no resulta cómodo pasear por allí ya que molestas a los que están haciendo ejercicio. Ni siquiera tengo claro que se pueda ir paseando. Iban todos corriendo en el mismo sentido. Bárbaro lo concienciada que está allí la gente con el ejercicio oye. ¡Claro! Así tienen todos ese tipín, ahora lo entiendo. El parque tenía un lago con vistas preciosas, un lugar ideal para parar, relajarse y pensar. 

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Atardecer en Lumphini Park, Bangkok

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Cómo llegar a Lumphini Park

 

El caso es que seguimos caminando por tan mágico como curioso parque y nos encontramos ni más ni menos que una clase de baile masiva. Pero si digo masiva me quedo corta. Si no había allí 200 personas siguiendo la clase de baile no había ninguna. Eran tantísimos que se tenían que copiar los unos a los otros porque evidentemente no todos alcanzaban a ver al profesor. Nos dio la sensación de que tanto la canción como el baile era repetitivo. Nos quedamos alucinados de ver tanta gente junta haciendo ejercicio al aire libre. Qué buena idea, qué buen rollo. Estos Thais qué apañaos son ellos oye. Si tenéis pensado ir a Bangkok no dejéis de visitar este parque, es toda una experiencia. Se me olvida que iba a ver dragones de Komodo, que por cierto, también los vimos, pero la clase masiva de baile los eclipsó totalmente.  

Para volver cogimos de nuevo el autobús, en la parada había un señor de pie apoyando una bolsita de plástico en el banco. Xavi y yo fuimos a sentarnos, no había espacio suficiente para los dos a no ser que el buen hombre moviera ligeramente su bolsita. No lo hizo. Xavi y yo nos sentamos muy pegados el uno al otro para caber. No pudimos evitar la carcajada. No entendimos por qué ese señor no apartaba un pelín su bolsita. En fin.

A la mañana siguiente debíamos esperar que la maleta de Xavi llegara. Una hora mas tarde de la hora acordada, la maleta aún no había llegado. Así que decidimos ir a dar una vuelta. Casualmente un amigo de Xavi andaba por Bangkok, aprovechamos para quedar con él. Freddy es jugador de póker que había decidido alquilar una casa en Bangkok por 3 meses, por cambiar de aires. Di que sí hijo. 

De camino nos encontramos esta adorable ardilla en un árbol y es que Bangkok es una caja de sorpresas. Lo mismo te encuentras un dragón de Komodo que ves una ardilla.

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Xavi se quedó alucinado también con el tráfico de la ciudad.

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Comimos en un lugar de comida tailandesa (no sé por qué aclaro que era tailandesa, en fin), y volvimos a preguntar por la maleta de Xavi que por supuesto aún no había llegado. Y empezamos a entender los tempos tailandeses. Ni siquiera sabíamos dónde dormiríamos esa noche. Dependíamos totalmente de la maleta de Xavi.

Había algo de Bangkok que también nos moríamos de ganas por ver, se trataba del New World Center, un centro comercial abandonado muy cerca de la zona de Khao San Road. Sabíamos que el centro se encontraba inundado de un agua llena de peces. Por lo visto, años después de ser abandonado, las lluvias lo inundaron y eso propició la aparición de muchos mosquitos, tanto fue así que se convirtió en un problema para los vecinos. A algún avispado se le ocurrió la solución del siglo: vamos a poner peces para que se coman a los mosquitos. Y de esta forma el centro se convertiría en una pecera gigante. 

Nos costó encontrar la dirección exacta, pero tras una búsqueda exhaustiva por internet dimos con ello. Cuando llegamos estábamos emocionados. Sólo teníamos que encontrar por dónde colarnos. Y pasó algo curioso, tratamos de colarnos por diferentes sitios y en todo momento siempre había algún tailandés que nos prohibía entrar. Nos lo decían bastante serios, tanto que nos daba reparo no hacerles caso. Al final no encontramos la forma de entrar, nuestro gozo en un pozo. Pero por un agujerito, pudimos ver unas escaleras mecánicas resurgir del agua. Sólo verlo por allí ya impresionaba.  La verdad es que nos quedamos con la espinita de no haber entrado. Quizás la próxima vez.

Para los curiosos, aquí os dejo un video de gente suertuda que sí entró. Pincha aquí para verlo. Os dejo también un mapa para que no tengáis pérdida al encontrarlo. Por cierto, unos tailandeses nos dijeron que ya no había peces. Pero eso es algo que no pudimos comprobar. Si algún valiente se cuela, por favor que no deje de contármelo.

 

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Cómo llegar a New World Centre, centro comercial abandonado en Bangkok

 

Por fin apareció la maleta de Xavi, estábamos cansados de la locura, el calor y caos de Bangkok, era hora de ir a la playa. 

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