Viajar sola para conocer gente – Phu Quoc II

Viajar no es sólo conocer lugares alucinantes, recorrer miles de kilómetros o coleccionar sellos en tu pasaporte. Viajar es también las muchas, muchísimas personas que se cruzan en tu camino.

Después de pasar una semana locamente divertida con el chamán, no pensé que fuera a cruzarme con nadie a la altura. Lo que aún no sabía es que estaba completamente equivocada…

Y llegó aquella fatídica mañana, Inti, la persona que me había hecho vivir en una realidad paralela en Phu Quoc, perder el miedo a las motos y comer chococrispies de madrugada los últimos 7 días se me iba. 7:00 AM: Inti salía por la puerta de mi habitación después de darme un último abrazo.

Decidí cambiar de alojamiento, y di con Phu House, es uno de los mejores Hostel en los que he estado y el más barato, 5 euros la noche. Era impresionante con futbolín, billar, una sala de estar gigante y un bar en la azotea con vistas al mar y al atardecer. Por tener, tenía hasta un jacuzzi. Vietnam me estaba sorprendiendo muy gratamente con los alojamientos y sus precios.

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Cómo llegar a Phu House Hostel, en Phu Quoc, Vietnam

Había pasado ya 2 meses y medio viajando, cargando mi mochila cada dos o tres días, cambiando de lugar… estaba cansada y echaba de menos a la familia (e incluso al chamán que acababa de irse). Sabía que me encontraría más gente por el camino, pero pensaba que no podían ser tan geniales y eso, me deprimía.

Y ahí estaba yo, llorando como una tonta en la sala de estar del hostel …

Aún no me había secado las lágrimas cuando aparecieron ellos: Illy y Adam, preguntando si estaba bien y si quería ser su nueva familia.

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Adam

No habían pasado ni 3 horas desde que Inti se fue y ya había hecho una nueva familia.

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Dos angelitos aparecieron justo en el momento en el que me planteaba abandonar.

Era difícil no fijarse en Adam, rubio, alto, ojos azules y sonrisa perfecta. Yo le llamaba Beckam. Tanto él como Illy tenían el poder de chasquear los dedos y hacer aparecer un corro de chicas a su alrededor. Los próximos días iba a alucinar con la facilidad que tenían estos dos don juanes para conocer gente, digo chicas. De mayor quiero ser como ellos. ¡Ay no calla¡ Que ya soy mayor, ¿no? ¡Siempre se me olvida!

Adam y yo hicimos buenas migas enseguida. Yo le dejaba ganar al futbolín para no herir su orgullo de marchito (o eso le decía yo cada vez que perdía que fueron todas), le vacilaba diciendo que no sabía nadar y que usaba manguitos, él se lo creía y  me enseñaba a nadar, o nos quedábamos viendo una peli mientras los demás salían a emborracharse. Tss… Inmaduros… :p

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Los siguientes días se sucederían de la siguiente manera: con playa, música, cervezas, baños en el mar, cenas… La vida perfecta vamos.

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Una noche que llovía a mares, Adam y yo quedamos atrapados en un bar cualquiera de Vietnam. No pudimos hacer otra cosa que cenar, beber cerveza y jugar a un juego muy peligroso: «Nada de mentiras» se llamaba. Es fácil, preguntas lo que sea y tienes que contestar la verdad. Nos lo tomamos tan en serio que Adam y yo llegamos a contarnos cosas que jamás le habíamos contado a nadie. No sé qué es lo que te lleva a contarle tus más íntimos secretos a un completo desconocido en una isla perdida de Vietnam. Serán los kilómetros que te separan de la realidad o más bien la cerveza, pensaréis vosotros. Fuere lo que fuere, y aunque la noche estuvo de lo más interesante, no juguéis. En serio, no lo hagáis. xD

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De Phu Quoc fuimos a Ho Chi Min y allí decidí que era el momento de separarme del mismísimo «Gandía Shore» y seguir con mi viaje en solitario y con mi Blog. Adam me dio toda la fuerza para continuar. Así que sí, este post es sólo para él. Porque tú lo vales Adamino!

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No sabía que viajar sola era la mejor manera de viajar acompañada.

No sabía que existía tantísima gente valiente que viaja sola.

No tengáis miedo a viajar solos, es el mejor cebo para conocer gente. ¿Ilógico verdad?

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