Llorando en una furgoneta. Así me quedé cuando Xavi volvió a Barcelona, dejándome continuar con mi aventura en solitario. No podía estar más triste, no quería que Xavi se fuese, había olvidado lo que era viajar sola y de golpe, se me quitaron las ganas de continuar.
Aquella mañana nuestros caminos se separaban. Ambos cogíamos dos furgonetas en direcciones opuestas. ¿La mía? Vietnam. Ilusión: cero.
En la furgoneta, trataba de no derramar una lágrima. No lo conseguí, aunque traté que nadie me viera. A mitad de camino subió Benoit, un francés al que habíamos conocido desayunando en aquel local francés de Koh Rong. Tenía tan poco ánimo que no pude saludarle.
Fue cuando nos bajamos de la furgoneta para cambiar de vehículo cuando me acerqué. Los dos pasábamos de viajar acompañados a viajar solos, así que en realidad, fue una gran alegría reencontrarse. Casualmente, ambos teníamos el mismo destino.
A la espera del siguiente transporte, apareció ÉL: un tío muy raro de metro ochenta: mitad rapado, mitad pelo largo con rastas, muy rubio, sus muñecas las cubrían grandes pulseras de colores al igual que sus tobillos, pantalón y riñonera estilo hippie, y un collar turquesa alrededor del cuello a conjunto con sus ojos (vamos, lo que viene siendo una persona de lo mas sencillita). Se acercó a hablar con nosotros. ¿Su nombre? Inti, Inti Tai Tai para ser más exactos, lo cual, según me contó, significa «hijo del sol» (ahí es ná…).
Aunque de primeras yo andaba bastante baja de ánimos, Inti y yo pasamos el resto del viaje juntos. Iba nerviosa por cruzar la frontera de Camboya con Vietnam en autobús, había oído que podía ser un lío, que te timan, etc… Pero con Inti al lado, en seguida me sentí fina y segura. Cualquier problema que tuviera iba a tener a este entrañable y gigantesco ser a mi lado. Nos sentamos juntos en la furgoneta, en el barco y el autobús. Y sí, todo eso hay que hacer para llegar de Sihanoukville (en Camboya) a Phu Quoc (en Vietnam) por 22 dólares (19 euros).
Por el camino, Inti me contaba su vida, a mí se me quedaba cara de «videos de primera». Para que os hagáis una idea la conversación prosiguió con frases de este tipo:
YO: ¿Perdona? ¿O sea que hablas con los espíritus?
ÉL: Si.
YO: (CARA DE FLIPADA)
ÉL: Hago ceremonias, con plantas, a veces la gente vomita y se siente mucho mejor
YO: (CARA DE FLIPADA)
ÉL: (pasando su brazo sobre mi hombro) Me gusta tu energía.
YO: Ehm… Gracias, supongo. Es la primera vez que me lo dicen. (CARA DE FLIPADA)
En fin que fue el viaje más entrañable y raro que he tenido en mi vida.
La frontera la pasamos sin ningún problema, no había mucha gente, solo los que íbamos en el autobús. Rellenas un formulario con tus datos, si no tienes la cartilla de las vacunas te hacen pagar un dólar, te toman la fiebre rápido (con un aparato que dudo que funcione) y listo. Aunque el viaje fue largo, la verdad es que estar con Ben e Inti lo hizo mucho más llevadero.
Antes de subir al barco, un hombre que decía ser el capitán, nos dijo que cambiásemos nuestros dólares a dong vietnamita (moneda de vietnam) ya que no había cajeros en la isla. Yo, que soy la más pardilla del mundo, fui dispuesta a cambiarlos cuando Ben me devolvió a la tierra y me dijo que fuera un poco avispada, que claro que había cajeros allí, ese señor sólo quería sacarse una buena comisión. Ben me paró a tiempo así que no cambié mis dólares. Ayyy Indira… Looooser! :S
Inti y yo ya habíamos reservado previamente alojamientos diferentes en la isla. Inti había quedado allí con su amiga Jacky, una Tarotista (no me preguntéis lo que hace exactamente, yo ya me perdí entre tanto espiritista de esos, al final mi cerebro desconecta sin querer). El caso es que los 3 compartimos taxi, y quedamos en vernos los días siguientes. Ben se quedó buscando alojamiento por la zona de Duong Dong. Listo él…
Resulta que tanto yo como mis nuevos amigos espiritistas escogimos un alojamiento alejado de todo. Tanto es así, que cuando quise comprar una sim card en la tienda de al lado, la chica me tuvo que poner el traductor en el móvil. ¿Conclusión? Media hora después, me fui sin sim card.
En este artículo encontrarás
Dónde alojarse en Phu Quoc, Vietnam
Para empezar aquí te dejo [34€ de descuento en tu primer viaje con airbnb.]
El hotel Coco Valley Garden Hotel era lo más del peluquín. Precioso y muy buen precio: unos 8 euros la noche por una habitación individual con tu propio baño y desayuno incluido. Cuando llegué la verdad es que no había ni un alma por allí (uys mira ya usando la jerga de mis amigos espiritistas, si es que cuando me pongo…). Así que Inti y yo quedamos en volver a compartir taxi al día siguiente e ir a la zona donde se encontraba Ben.
Ben había visitado los alojamientos el día de antes así que nos hizo un tour por todos ellos para que decidiéramos. Bendito Ben. Terminamos en los bungalows Huong Diang, 10 euros por un bungalow precioso, limpio, amplío con baño y nevera. Un lujazo.
Qué ver en la isla de Phu Quoc, Vietnam
Starfish beach: una playa llena de estrellas de mar
Fuimos a Starfish beach, es alucinante la cantida de estrellas de mar enormes que podéis ver allí. Tomamos algo en un local en pleno muelle, hablamos de las vidas de cada uno, flipamos con lo que contaban Jacky e Inti, y el buen rollo se unió a la mesa. Moría por ver las estrellas de cerca así que fuimos a la playa y disfrutamos de este espectáculo natural. A lo largo del muelle también se pueden ver muchas. Pasamos uno de los mejores atardeceres del viaje. Creo que la música chamánica de Inti ayudó mucho también.
Esa misma noche después de la cena, Inti y yo nos quedamos hablando en mi bungalow hasta las 3 de la mañana. Y es que este chico te cuenta cada cosa que no hay forma de que te entre sueño.
Inti solía venir a la habitación a despertarme por las mañanas (exacto, soy una marmota). Un día incluso apareció con un batido de cacao, ¿no es ese el mejor despertar del mundo? Que un chamán te traiga cacao a la cama… Eso sólo me puede pasar en Vietnam.
Inti sabía que me daban miedo las motos, así que en nuestro segundo día de expedición, me dijo que me subiera con él. Los 5 días posteriores me sentí fina y segura con el loquito en la moto. Y para muestra un botón, digo, un video perdón.
[wpvideo MInha15q]Templo de Ho Quoc Pagoda, Phu Quoc, Vietnam
Siguiente parada, el templo de Ho Quoc Pagoda, visita obligada, precioso, con esas escaleras que te llevan al templo. Me encantó. Un templo rodeado de montaña y mar. No podía estar en mejor lugar, las vistas eran alucinantes.
Mientras Jacky rezaba y Ben se perdió por el templo, el loquito de Inti y yo decidimos ir a la playa que estaba justo en frente. Hacía un calor de la muerte y nos moríamos por darnos un baño. Una vez en el mar vimos una mancha enorme negra que pensamos sería una roca. Cuando nos acercamos, un montón de peces empezaron a saltar en grupo a nuestro alrededor. Bruuuutal. No era una roca sino millones de peces. Jamás me había pasado algo así. Supongo que estas cosas sólo pasan cuando tienes un chamán cerca.
La antigua prisión de Phu Quoc, Vietnam
Siguiente parada, la antigua prisión de Phu Quoc. Impresionante, otra visita obligada. Un testimonio de los crímenes de guerra en el que se pueden ver las herramientas de tortura a los presos. Sinceramente a mi me impactó y me dio miedo. Ahí va lo mejor: nos estamos acercando los 4 a la prisión cuando a Jacky le empiezan a dar arcadas, y dice que no cree que pueda entrar, dentro hay demasiada energía negativa y va a vomitar. Y yo me caigo muerta. Jacky se quedó a medio camino, no entró. Inti entró y a los dos minutos se tuvo que salir, que no aguantaba la energía del lugar, dijo. Ben y yo flipamos en silencio, las cosas como son. Así que continuamos la visita a la prisión, nos separamos y entré en las celdas sola y sinceramente pasé miedo. También puedes entrar en el túnel por el que trataron de escapar los prisioneros. De verdad, es para verlo.
Lo mejor, cuando salimos Jacky e Inti nos dicen que mejor que vayamos al incienso a limpiarnos de tanta energía negativa, yo alucino, pero por respeto le digo a Ben que me acompañe, Ben se ríe y no quiere venir, así que Jacky, que es una mujer preparada, saca su incienso limpiador de energías (disponible en tiendas de inciensos limpiadores energéticos supongo, igual en mediamarkt también lo encuentras, no sé, tendré que preguntar) y nos lo pasa a Ben y a mi por todo el cuerpo. Ben se puso como un palito como si de un soldado saludando a su coronel. No me pude reír más, Qué surrealista, ¿Pero cómo conozco yo a esta gente? BRUTAL!!!!!
Sao Beach, la playa más espectacular de Phu Quoc
De allí fuimos a Sao Beach y nos tomamos… ¿Adivináis qué? Exacto otro cacao, qué delicia por dios.
Lo pasamos como niños, que si en el columpio, que si en las hamacas, que si un rato de charla… Entre medias, va Jacky y saca un objeto musical que viene a ser como un huevo-maraca pequeñito. Le sigue Inti con su huevo en miniatura de otro color. Y se ponen a tocar los dos a la vez. Ben se queda con su usual cara de flipado y le pregunto: ¿Qué pasa? ¿Tú no te has traído el tuyo? Y les saqué una carcajada a todos. De verdad que yo he vivido momentos con esta gente que jamás olvidaré.
¿Espectaculares las fotos verdad? Bueno pues si vas a viajar y eres un loco adicto de las fotos como yo, por favor, que no se te olvide llevar un buen disco duro. Yo no lo hice y me ha costado la salud de mi portátil Mac. Es un viaje inolvidable, probablemente único en la vida. No cometas mi mismo error, fotografíalo todo y vuelve con todos tus recuerdos a salvo!!! 😉
Ban Dai Beach, Phu Quoc, Vietnam
El tercer día Jacky necesitaba un poco de soledad para hacer sus cosas y Ben andaba ocupado. Así que me tocaba un día entero a solas con el chamán, agárrate Indi que vienen curvas. «ChaKman», como le llama mi madre, y yo, quisimos buscar una playa sin gente. Y dimos en el clavo: Ban Dai Beach, allí no había nadie. Los días anteriores los tres hablaron de lo mucho que les gustaría encontrar una playa nudista. La conversación entre Ben e Inti iba tan enserio que le dije a Jacky por lo bajini “yo no pienso hacerlo” pensando que ella estaría de mi lado. Ella contestó “y por qué no?”. Y pensé verás la que se avecina, lo que nos faltaba, terminar en la cárcel en Vietnam. Sólo digo, que el momento playa nudista, tuvo lugar xD.
Qué comer en Phu Quoc, Vietnam
Inti y yo siempre comprábamos el típico bocadillo vietnamita llamado «banh mi» compuesto de zanahoria, cebolla, cilantro y carne entre otras. Es un mix de sabores en el paladar. Tenía dos tipos de carne, yo temía que pudiera ser perro o rata pero aún así me lo comí estaba bueno. Probadlo, bueno bonito y barato. La tarde a solas con Inti fue, como no podía ser de otra manera, chachi. Él, con su música de chamán, su risa traviesa de niño pequeño y sus cosas locas de bailar con el mar.
Cascadas en Phu Quoc, Vietnam
Fuimos a ver las cascadas de la isla, desafortunadamente estaba bastante seca la cosa. Aún así es un paseo bonito de dar, y aunque cascada no vimos, nos tumbamos en las rocas mirando al cielo rodeados de agua y naturaleza, relajados, fue un momento guay para empezar el día.
La última noche con mis loquitos, cenamos en la pizzería donde habíamos estado noches antes. Pasamos una cena divertidísima recordando los mejores momentos juntos. Les dije que eran lo mejor de mi viaje y que ya me veía contándole las historia a mi familia alrededor de la mesa y ellos partidos de risa. Jacky se fue a dormir tras la cena e Inti y yo nos quedamos jugando al billar. Aquella noche solo había espacio para risas.
Y llegó aquella fatídica mañana, Inti, la persona que me había hecho vivir en una realidad paralela, perder el miedo a las motos y comer chococrispis de madrugada los últimos 7 días se me iba y eso me quitaba el sueño. Había sido tannnn divertido.
Eran las 7 de la mañana cuando Inti entró en mi habitación para darme el último abrazo y dejarme su jengibre con el que me había estado curando el constipado días antes. Él creyó despertarme, yo llevaba un rato despierta. Le abracé muy fuerte, a ver si con suerte conseguía que se quedase. Mi gozo en un pozo. Inti salía por la puerta mientras yo forzaba una sonrisa.
El problema no era estar otra vez sola, el problema es que en tu viaje encuentras a mucha, muchísima gente por el camino. Pero son pocos los que realmente entran en tu corazón. Aquella mañana yo me sentí tan sola como el día en que Xavi y yo nos separamos.
Pero si hay algo que he aprendido de este chamán es que todos los días hay que gritar «¡¡LIFE IS GOOD!!» para dar las gracias por todo lo bueno que nos da la vida.
Desde entonces, yo me digo a diario ¡¡¡ LIFE IS GOOD 😉 !!!